Que la vida sea un viaje que disfrutes todos los días
Lo que descubrí gracias a los viajes y algunas preguntas para reflexionar
Este es mi primera publicación y no sé por dónde empezar a escribir porque tengo miles de cosas por contar. Siento que mi cuerpo es una jaula en la cual están encerradas muchas historias, palabras, reflexiones, pensamientos y experiencias. Hace tiempo que están dentro mío y no sabía cómo liberarlas.
Hasta que un día descubrí Substack y sentí con firme convicción que este era mi momento. Mi momento de soltar, de empezar a animarme a escribir y compartir todo lo que tengo guardado.
Por un lado, porque siento que al fin encontré algo que me gusta hacer solo por placer. Sin pensar en el “qué dirán”, en atraer seguidores, clientes, en vender, en producir. Es algo que hago por y para mí.
Y por el otro, porque como dice la descripción de mi perfil, quiero crear y compartir la belleza que quiero ver en el mundo.
Quiero compartir todas las cosas que para mí son bellas y me gustaría que más personas vean en su mundo. Aquellas “pequeñas” cositas que alimentan nuestra rutina, nuestro día a día, que hacen nuestro mundo más mágico y reconfortante.
Por eso es que no sé por donde empezar a escribir, porque esas cosas bellas para mí —y doy gracias por eso— son muchas.
Los viajes.
Un día de lluvia en casa.
Un paseo al aire libre.
Un día de otoño.
Despertar escuchando los pajaritos.
Una frase.
Un texto.
Un libro.
Un café y una velita prendida.
Una siesta con mi perrita.
Escribir.
Una flor.
Un adorno en casa.
Unas masitas recién horneadas.
Cada vez más son más las “pequeñas cosas” que me encienden el alma y me motivan cada día. Pero el punto de partida para llegar hasta acá, fueron los viajes.
Cuando empecé a viajar, descubrí dos mundos nuevos: uno, el mundo físico, el de los paisajes y ciudades hermosas, junto con su cultura y personas que lo hacen parte. Esto no es nada novedoso, cuando viajamos en general conocemos lugares. Pero también empecé a conocer mi mundo interior.
Con los viajes, empecé a ver una belleza que no conocía. Pero no me refiero a la belleza de algo material, sino a la belleza de la vida misma.
Empecé a replicar esas emociones de alegría y regocijo que nos genera viajar, en la vida cotidiana, en la rutina. Porque yo me preguntaba, ¿por qué viajar nos hace tan felices? La explicación que me dejó más conforme es que somos felices cuando viajamos porque nos enfocamos mucho en vivir el presente, nos enfocamos en disfrutar el momento porque sabemos que es efímero.
Además, cuando viajamos por placer, los viajes los organizamos teniendo en cuenta lo que nos gusta, lo que nos da alegría, diversión, lo que nos hace estar bien y nos emociona. Nunca vamos a hacer algo en un viaje que no nos guste o nos ponga mal. O por lo menos no viajamos para tener emociones negativas, sino todo lo contrario.
Por todo esto es que creo que los viajes con una mezcla explosiva de felicidad y buenos momentos.
Entonces, me pregunté ¿por qué esta sensación tan reconfortante que tiene viajar, solamente la tenemos que tener o la potenciamos cuando viajamos?
Por supuesto, que viajar siempre tiene esa emoción extra. Pero la vida, en mi caso, no es vivir viajando. Paso mucho más tiempo en casa y en mi ciudad, del que viajo. Entonces quiero que mis días sean así de mágicos como los días de viaje.
A razón de esto es que empecé poco a poco —y sigo en el proceso— a construir esa vida y a incorporar esa belleza de los viajes, en mi mundo diario. A veces, pensamos que tenemos que ir muy lejos para ser felices cuando podemos encontrar la felicidad muy cerquita, cambiando nuestra forma de vivir la vida y de pensar, con pequeños actos.
Viajar me llevó a romantizar la vida, a ponerle magia a lo cotidiano, a ocuparme más por disfrutar la vida.
Incluso, hasta me cuestioné mi trabajo y empecé con mi proyecto de viajes, Un Café en París.
¿Y cómo se logra esto? Es un proceso de autodescubrimiento que no se da de un día para el otro. Pero lo importante es empezar de a poco,
estando más presente y no vivir obnubilados por la rutina,
dándole espacio e importancia a lo que nos gusta,
escuchando lo que necesita nuestro cuerpo y nuestra mente,
priorizando lo que queremos y sentimos,
conectando con la naturaleza,
disfrutando de lo simple y agradeciendo cada nuevo día.
La vida se pasa muy rápido y en un suspiro puede cambiar por completo. Por eso es que quiero que la vida sea un viaje que se disfrute todos los días. Mi anhelo es poder contribuir a ese viaje compartiendo más belleza y cositas bonitas que nos hagan bien.
Por eso cree El Café de los viajes, una especie de Café virtual, en el cual nos encontremos para leer, compartir experiencias y contar historias, para pasar un momento de calma, de disfrute, de contemplación, de descubrimiento y por supuesto, de cafés (o la bebida que más te guste).
¡Muchas gracias por llegar hasta acá! Si te gustaría contarme qué te parecieron estas palabras o simplemente contarme algo, podés dejarme un comentario ¡charlemos!
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¡Hasta el próximo café!
Romi 🎀
Coincido plenamente. Viajar, en mi caso, es sinónimo de felicidad.
No importa si el viaje implicó tomar tres aviones o recorrer poquísimos kilómetros en auto.
Viajar es estar ahí. Presente. Viendo, oliendo, tocando, oyendo todo lo que nos rodea... y ni hablar cuando llega la hora de probar los sabores del destino, ¡de mis momentos preferidos de cualquier viaje!
Además, creo que viajar nos da la posibilidad entender cuan pequeñitos y únicos somos.
¡Bienvenida a Substack!
Hola Romí, muy lindas palabras, a mí también me gustan las cosas simples que te gustan a vos. No hace mucho que te descubrí pero desde entonces has logrado que al menos considere la idea de organizar yo misma el viaje que sueño a Europa, muchas gracias y te sigo leyendo 🤗😘